Es una obra del aguilarense Francisco Navarro López y se presentará esta tarde en Córdoba.
AGUILAR. Esta tarde tendrá lugar en la Casa Góngora de Córdoba la presentación del libro Cautivos en Córdoba (1937-1942), una obra del aguilarense y doctor en Historia Francisco Navarro López.
En dicho acto estará arropado por la escritora y periodista Matilde Cabello y la directora del Archivo Municipal de Córdoba Ana Verdú. La presentación contará con la actuación de Salvador Anaya, Premio Nacional de Cante de Arte Flamenco de Córdoba 2010.
En esta investigación se aborda el entramado concentracionario que el franquismo generó durante la guerra civil y la posguerra inicial en esta provincia, localizando, cuantificando y describiendo cada recinto concentracionario, así como todas las unidades de trabajo forzado que estuvieron emplazadas en el territorio cordobés.
Solamente entre el periodo de 1937 y 1939, se ubicaron 13 campos de concentración y una treintena de unidades de trabajos forzados, siendo Córdoba la provincia española donde más campos de concentración fueron creados por los sublevados, convirtiendo su territorio en una inmensa prisión. El más importante de todos estos fue el campo de concentración que se ubicó en el convento de San Cayetano de Córdoba, donde más de 8000 cautivos pasaron por sus instalaciones. A pesar de este dato, sorprendentemente el estudio de los campos de concentración y batallones de trabajadores cordobeses han sido los grandes olvidados por los estudiosos de la guerra civil y del franquismo.
Sin contar los miles de cautivos que fueron utilizados en trabajos forzados militares y civiles, en los campos de concentración cordobeses estuvieron recluidos más de 60.000 prisioneros de guerra republicanos, donde eran clasificados, doblegados y utilizados por ayuntamientos, empresarios y estamentos pertenecientes a la Iglesia.
Entre los edificios escogidos para albergar a los prisioneros y evadidos republicanos, sobresalieron conventos y en especial varios colegios de educación de niñas, ya que para el nacionalcatolicismo y el Nuevo Orden franquista impuesto a través de las armas, la educación femenina siempre estuvo en un segundo plano respecto a la masculina. También utilizaron otros lugares como almacenes y recintos de cría caballar. Todos ellos cercanos a estaciones de ferrocarril para poder transportar a los concentrados en vagones de carga y animales.
Entre los trabajos más destacados por los cautivos y presos republicanos, sobresalieron la participación de 400 presos en la construcción de la nueva prisión provincial de Córdoba que estuvo en obras entre 1938 y 1944, la utilización en diversas faenas agrícolas en Bujalance y Hornachuelos, reparaciones en estaciones y vías de ferrocarril en Alcolea y Valsequillo, la construcción de una Iglesia en Peñarroya-Pueblonuevo, el arreglo de una capilla de un convento en Bujalance, reparaciones de calles en varias localidades como ocurrió en Montilla, Mozos de carga y descarga en Aguilar de la Frontera, empleados en una factoría de piedra caliza en Cerro Muriano, en las minas de la cuenca minera de Peñarroya, fortificaciones, pistas carreteras, desmontes, etc.
Otros puntos estudiados han sido el análisis de los prisioneros, la procedencia y el destino de los reclusos, así como el itinerario que seguían estos. Igualmente, se ha investigado los motivos de las diferentes ubicaciones. Descripción de las instalaciones, número de reclusos, capacidades, condiciones, adoctrinamiento, etc., A su vez, se ha analizado las unidades que se ocupaban de la vigilancia de los campos de concentración.
También se ha acometido el estudio de la sanidad y la mortandad de los prisioneros, donde entre otros dispensarios para presos destacó el hospital de San Sebastián de Palma del Río, albergando a más de 3000 de ellos. Aunque la peor parte de la represión carcelaria se la llevaron los presos de las dos Prisiones Provinciales de la capital, donde murieron cientos de estos durante varios meses a lo largo de los años de 1940 y 1941. La corrupción afloraba incipiente por la Nueva España, campando a sus anchas en las prisiones de Córdoba. Donde funcionarios y máximos responsables se quedaban con buena parte de los alimentos que a priori eran destinados a la maltrecha alimentación de los reclusos, para venderla en el estraperlo en el exterior, sin importarle nada los fallecidos que se amontonaban en la enfermería de la cárcel debido a la falta de vitaminas o de enfermedades derivadas de la carencia de comida. Aunque los responsables directos de este exterminio fueron juzgados y condenados, fueron poco más tarde absueltos, lo que indica el grado de importancia que tuvo la vida de los prisioneros para el Nuevo Régimen tras finalizar la guerra, poco más que nada.
Con los campos de concentración y las diferentes unidades de castigo, se buscaba la transformación de la identidad de los prisioneros en aquellos que consideraban que podían ser rescatados del “error marxista” y de poder atraer nuevos adeptos a la causa franquista, eso sí, tras haber expiado sus culpas durante años de internamiento, “los que salían tendría que ser sustancialmente diferente de lo que había entrado”. Sin embargo, no podemos hablar exclusivamente de una necesidad de la guerra, la creación de los campos de concentración también fue una necesidad política para imponer un castigo a los que se habían opuesto al régimen y de paso aterrorizar a la población civil, porque tanto los prisioneros como los recintos donde estaban recluidos estaban a la vista, amenazando a la gente donde podían acabar si no se adherían a la causa sublevada.
El lector se sorprenderá, sin duda, al descubrir que el colegio en el que estudian sus hijos, la iglesia donde acude o el convento cuya fachada admira cada día camino del trabajo, sirvieron para confinar y torturar a centenares de prisioneros.
Por último, indicar que 300 ejemplares de esta obra se repartirán entre todas las bibliotecas públicas e institutos de enseñanza media de toda la provincia, fruto de la colaboración de la Delegación de Cultura de la Diputación Provincial de Córdoba, con el fin de preservar la memoria y dar a conocer una parte de nuestra historia más reciente.