AGUILAR. Esta mañana ha fallecido Soterraño Valle Palma, la mujer más anciana de Aguilar y también de la provincia de Córdoba. Estaba a punto de cumplir los 106 años este próximo día 2 de febrero.
El corazón se le ha parado quizá cansado de una vida larga y muy intensa. No obstante su estado de salud ha sido muy aceptable hasta el último momento y, de hecho, ayer mismo estuvo levantada en la residencia SAR QUAEVITAE Remedios donde ha vivido durante los últimos años.
Se llamaba como la patrona de nuestro pueblo en el que nació un 2 de febrero de 1911. Ha conservado una memoria prodigiosa aunque, como es lógico, la edad le impedía recordar con exactitud algunas fechas de su dilatada vida. Cuando llegó la guerra civil ella había cumplido ya 25 años y acababa de iniciar una relación de noviazgo con José, que cinco años después se convertiría en su marido.
Hasta entonces su vida transcurrió entre Aguilar y el cortijo Gutiérrez donde sus padres eran los caseros y se encargaban de la organización del trabajo en el campo. Por eso contaba que sus recuerdos de aquella época son “de mucho trabajo y de pocos lujos”. La muerte pronta de su padre obligó a la familia a dejar el trabajo en el cortijo y a continuar la vida en el pueblo. Aún rememora cuando en la calle de sus padres todavía no había ni luz eléctrica ni agua corriente. El día que se encendió la primera farola “en la calle se vivió como una auténtica fiesta”.
A las largas labores en el campo había que sumar después la tarea de acarrear el agua a casa desde la fuente de la calle Ancha o el transporte de la ropa hasta los lavaderos públicos. “Nos aseábamos como podíamos echando agua en un barreño o en un cubo porque los cuartos de baño los tenían sólo la gente de mucho dinero”.
A pesar de todo, cuando llegaba la feria o la Semana Santa se intentaba sacar un tiempo para disfrutar de la fiesta y la tradición. El que podía se hacía una ropa nueva y el que no, arreglaba lo que ya había estrenado.
El escaso trabajo y el más que tenebroso porvenir en Aguilar hizo que, poco después de casarse, decidiera emigrar a Barcelona con su marido. Allí estaban ya sus dos hermanas que se habían asentado poco antes en Cataluña.
La limpieza de casas y las campañas agrícolas de la viña y los frutales fueron las ocupaciones de la pareja a partir de entonces. Por eso estuvieron moviéndose entre Barcelona, Gerona o Figueras. A pesar de tanto trabajo no podía ahorrase mucho dinero porque se trabajaba mucho y se ganaba muy poco.
Nunca fue amiga de la política pero sí que recuerda con el júbilo que se vivió el fin de la dictadura franquista o la llegada de la democracia.
Tras más de 20 años en Cataluña retornaron a su pueblo dónde ya habían comprado media casa en la calle Membrilla. Allí murió poco después su marido y transcurrió la vida jubilada de Soterraño. Cuando ya vivir sola era bastante complicado y con 102 años se trasladó a la residencia SAR Remedios de Aguilar.
En los últimos años siempre decía que sus achaques de salud eran pocos aunque “me van fallando las piernas”. Decía que no quería vivir mucho más porque ya había visto bastante. Pero también decía que estaría aquí mientras Dios quisiera. Quizá por eso ha llevado en su bolsillo de manera permanente una estampa de Jesús Nazareno.
El entierro será mañana sábado a las cinco de la tarde en la capilla del Tanatorio.
Descanse en Paz.
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