Un pregón de fe mirando a la familia y a la juventud

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El pregonero durante su disertación

AGUILAR. Un pregón con un claro guiño a los jóvenes que deben implicarse en las cuestiones de la Semana Santa y a los que hay que dejar su hueco. Ésta fue una de las claves del pregón de Semana Santa pronunciado el sábado por el cofrade Pascual Bérchez.

Desde la práctica de su fe  hizo un repaso por todas y cada una de las advocaciones que procesionan durante los días de la pasión y muerte del Señor en Aguilar. Y su relato aderezado en todo momento por las importantes vivencias familiares que, desde niño, encaminaron sus pasos hacia la vivencia en hermandad.

En el recuerdo sus pequeños pasos de Semana Sante entre las calles Alférez, Camino Ancho o San Antón. También, como no, sus padres. De hecho su padre fue hermano mayor de La Soledad. Y, precisamente, el rejuvenecimiento de esta cofradía en los años 80 del pasado siglo fue puesto especialmente de relieve por el pregonero como aliciente y acicate para la juventud de hoy en día. En ese movimiento participó él mismo junto a otro nutrido grupo de jóvenes.

La Amargura, otra de las devociones íntimas de Pascual Bérchez, no podía faltar. Pero, en realidad no faltó ninguna. Desde los niños en la Borriquita hasta el gozo de la Resurrección, auténtica razón de ser para la vida del cristiano.

La música fue pieza esencial en el pregón. El magistral toque al piano de su primo José Uñón o las melodías al violín  interpretadas por Luis Casas aportaron en todo momento la intimidad y el sosiego que hicieron disfrutar aún más el momento.

Los toques romanos de Jesús Nazareno o las llamadas para la salida procesional del Cristo de la Expiración en la madrugada del Viernes Santo reclamaron la atención de los asistentes que llenaron la parroquia del Carmen.

El pregonero fue presentado por su hija, Elena Bérchez.

Y, para el final, una de las curiosidades del pregón. Porque en este pregón todo el mundo terminó mirando hacia atrás. Hacia la puerta de entrada al templo. Allí, con la alocución clara del pregonero, se había dispuesto cruz de guía y faroles  que, con las puertas abiertas, simulaban el comienzo de la estación de penitencia. Incluso se oyó el son de la marcha real.

Unas estaciones de penitencia que comenzarán en apenas siete días y que han contado con este preámbulo de múltiples sensaciones donde fe, vivencias y sentimientos han puesto las bases al pregón. La cuenta atrás se acelera.

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