REDACCIÓN.

VALENCIA. Reproducimos aquí una crónica de la participación de cuatro corredores del Club Amo Allá en la Carrera de Valencia. Ha sido realizada por Francisco Toscano.

En todo corredor o corredora que se enfrenta al reto de competir en una prueba popular existe un poco de atrevimiento y osadía, pero cuando se trata de afrontar una maratón, me atrevería a afirmar que también una pizca de chulería. Y es que los 42 kilómetros con 195 metros le dan ese carácter tan emblemático como épico, hasta el punto de acaparar el sueño de muchos y muchas runners que quieren “doctorarse” corriéndolos, al menos, una vez en su vida. Resulta variopinta la actitud con la que cada uno afronta la distancia, mejorar la marca, reto personal, egocentrismo…pero si hay una palabra que puede definir esta toma de decisión, meditada e íntima, entiendo que es SUPERACIÓN. 

Con ella en las mochilas pusimos rumbo a la ciudad del Turia, Valencia, cuatro miembros del club, Agustín, Ibán, Antonio y quien les habla, animados por las buenas referencias que nos dejó nuestro compañero Francisco Javier Recio, que corrió la maratón del año pasado.

En tres horas y media el AVE nos dejó, la tarde del sábado 19, en la estación Joaquín Sorolla, con el estómago lleno de grillos y la cabeza repleta de dudas. Desde allí cogimos el 27, que nos dejó junto al Mercado Central, joya de la arquitectura ché  construido en 1928, que tiene a gala ser, con sus 8.000 metros cuadrados, el más grande de Europa. A partir de entonces, sería un punto de referencia y de paso inevitable, el Mercat Central. Con todas las entradas que tenía, no se me ocurrió otra opción que atravesar la del pescado, cuyo olor detesto. Por un revirado entramado urbano cargado de historia se llegaba a la residencia donde nos alojábamos, que estaba a caballo entre un colegio mayor y un campamento okupa, pero no nos dimos tiempo de inspeccionarla, pues había que recoger los dorsales y la bolsa del corredor en la Ciudad de las Artes y las Ciencias que se encontraba río abajo, aunque sin río. Este espectacular complejo arquitectónico de Calatrava nos sedujo, y en cierta medida nos recordó a la Sevilla de la Expo que habíamos recorrido en maratones anteriores. En el interior del Museo Príncipe Felipe, la organización de la 36ª Maratón Valencia Trinidad Alfonso había montado la Feria del Corredor más impresionante jamás vista, donde una marabunta humana se desplazaba de estand en estand, nerviosa y feliz, con el preciado dorsal en su poder. Allí tuvimos la ocasión de reivindicar la causa de Angelines Zurera, para que no quede en el olvido.

Cuando la oscuridad engullía la ciudad se estimuló en el grupo el instinto de engullir, cómo no, un buen plato de pasta. Teníamos que localizar pronto un italiano. ¡Pomodoro!¿Quién ha dicho Pomodoro? Sí, esa franquicia que te sirve una pasta…¡Por Dios! ¡la de vueltas que tuvimos que dar, pasando por el Mercado Central, por supuesto! Al menos, por el camino Agustín se llevó un alegrón con el gol de Ronaldo que adelantaba a su equipo en el derbi. La franquicia no resultó ser tan franca y recabamos en una pizzería, daba igual, la primera que encontráramos, pues los jugos gástricos estaban rebotados y los pies cansados. Al final, no estuvo mal, e incluso tuvieron una deferencia por nuestros buenos modales, que agradó al bolsillo comunitario. Ya comidos y bebidos, sólo quedaba regresar a nuestro cuarto IKEA…pasando por el Mercado Central. Nos empezamos a preguntar si era necesario calentar tanto la víspera de una maratón. Me vino a la mente el viaje a París ¡qué “pechá”! Así que a la camita y a dormir…

Bien temprano, a las 6:00 h. sonaban al unísono las alarmas y la organización nos tenía preparada una desagradable sorpresa: el plan especial de transporte en autobús para el traslado de corredores a la salida de la prueba resultó insuficiente, y una turba de populares, demandando taxis en vano,  aligeraba el paso en dirección a la Ciudad de las Ciencias, hablando en arameo. Éste sí que fue un calentón, a pesar del frío que tenía un estudiante peruano o ecuatoriano que nos acompañó en la aventura. Al final llegamos de los nervios, pero llegamos a tiempo de soltar la mochila en el guardarropa y desearnos suerte con un efusivo abrazo. Lo que sigue forma parte de la historia personal de cada uno, indescriptible, mucho más de lo que reflejan los dígitos de esta clasificación:

 

Clasificación general Posición categoría Nombre Tiempo oficial Tiempo real Promedio Categoría
266 73 ROMERO BONILLA, AGUSTIN 2:45:41 2:45:28 3,56 VETERANO MASC A
2450 33 TOSCANO GALISTEO, FRANCISCO 3:15:35 3:14:05 4,38 VETERANO MASC E
9309 1935 PRIETO PINO, ANTONIO 3:57:54 3:54:54 5,38 VETERANO MASC A
9310 1617 BONILLA JARABO, IBAN 3:57:54 3:54:55 5,38 SENIOR MASC

 

…que nos dice que AGUSTÍN ROMERO con letras mayúsculas, alcanzó un hito para la historia del club y del atletismo local, con la mejor marca homologada en la distancia, 2:45:41; que Antonio Prieto e Ibán Bonilla superaron su reto doctorándose en su primera cita, que no será la última, y que yo, bueno, yo lo seguiré intentando, porque me gusta soñar.

Sin duda, ha sido una experiencia deportiva y humana que aconsejamos repetir, en la que dicen es la mejor maratón y carrera de España. Valencia es Oro, como mis compañeros de viaje.
P.D. Anecdotario: Aunque no sucumbimos al emperramiento de Antonio de coger el 35, sí que compramos lotería de ese número en la única administración abierta, pasado el Mercado Central. Mención especial al nano autóctono que atracó Antonio al término de la carrera, para que nos llevara de vuelta aliviando el martirio de la espera. Amable nos brindó su coche y su tiempo, mientras nos hablada del “picha” un amigo cordobés poco dado al deporte. Y por último, RENFE se unió a la fiesta haciendo suyo el dicho de que “correr es de cobardes”, y su pertinaz retraso nos reportó la devolución del 50% del precio del billete.

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